jueves, 8 de julio de 2010

Firme Paulita ante una mala corrida de Adolfo Martín en Teruel



Hoy se iniciaba la auténtica feria del Ángel de Teruel y me imagino que al empresario no le llegaba la ropa al cuerpo de la ruina que había en los tendidos: No sé si llegaría al cuarto de plaza. Como para salir corriendo al igual que hiciera la madre de un pastelero soriano que organizó una corrida en un pueblo de Zaragoza. En fin, y eso que se anunciaba una de Adolfo Martín, ya saben, el sobrino de Victorino, que lidia sangre Saltillo vía Marqués de Albaserrada. En teoría los orígenes de la bravura, y digo en teoría porque por lo visto hoy en Teruel lo de Adolfo está de matadero, y eso que dicen que hoy salía en el coso del Ensanche lo que no pasó el reconocimiento en Madrid, y si es así no me extraña porque a excepción del primero, guapo y bien armado, el resto parecía un desecho de tienta, por lo feos y por la escasez de pitones de dos de ellos a pesar de ser cinqueños todos. Un serio toque para el ganadero que ofrece productos que no se salvan de la quema por ser Albaserradas, les falta casta, nobleza y transmisión, además de hechuras. En esa línea hay que trabajar si queremos recuperar esta Fiesta que desata tan poco interés a las nuevas generaciones que no llevan el gusanillo dentro.
En primer lugar ha saltado al ruedo un ejemplar aplaudido a primera vista, asaltillado pero bajo de casta y un punto andarín. Su matador, Fernando Robleño, ha estado desconfiado y sin darse coba en ningún momento. El toro no tenía condiciones, de acuerdo, pero el espada ha estado poco respetuoso con el respetable y demasiado cómodo, recetando además un bajonazo. Luego se escribirá lo que se quiera y se pondrá al toro a parir, pero los pitos al torero tras el arrastre han sido por lo que les he contado.
El segundo tenía pronunciado el hocico de rata y menos cuernos que un caracol. No era toro para saltar al ruedo. Fue recibido con excelentes verónicas por Paulita, lo mejor de la tarde. Plásticas y estéticas. Puras. Después hubo un quite por chicuelinas que el cárdeno ya no se ha tragado. Se pone el torero por el izquierdo y el toro se desplaza pero no humilla y se revuelve en un palmo de terreno. El de Alagón está firme, demostrándole a quien le precedía cómo hay que estar con un toro malo de Adolfo: Con dignidad y valentía. Se justifica por el derecho, que no tenía un pase y sale empalado sin consecuencias. Por si había dudas se vuelve a poner por el izquierdo y además lo mata por arriba, por lo que el pupilo de Raúl Aranda, que hoy debutaba como apoderado suyo, es ovacionado.
Iván Fandiño se presentaba en Teruel y ha toreado bien a la verónica a un toro que echaba descaradamente las manos por delante. El toro muestra algo más de nobleza que los anteriores pero también sabe donde se coloca el torero, desconfiado al principio pero más asentado según avanzaba la faena. Al final, sin tener buenas condiciones el toro parece que se lleva algo al desolladero que no ha sabido sacar Fandiño al no entenderse toro y torero, que acaba su labor de cuatro pinchazos y dos descabellos, siendo silenciado.
El cuarto ha sido otro toro corto de cuerna, noblón pero muy parado y sin chispa, que entraba al paso y desarrollaba sentido según transcurría la tarde. Ha dejado estar más que el resto y el respetable en lugar de regalarle un jamón (de Teruel) a Robleño co mo recuerdo por haber venido desde tan lejos, le ha dado una oreja que con buen criterio no ha llevado en su mano en la vuelta al ruedo. Un grupo de aficionados se preguntaba qué habría visto el bondadoso público turolense para premiar una faena sin contenido. Debían estar merendando.
Con el quinto Paulita ha tenido más de lo mismo, afortunadamente el toro ha sido algo más noblón que su primero aunque demostrara escasas condiciones. Paulita lo ha intentado y ha estado con ganas y hasta con valor, con ese valor seco que tienen los toreros de arte (algunos). El mejor espada de la tarde a pesar de ser su segunda actuación en 2010.
El sexto ha sido más asaltillado. Parecía que tenía motor de salida pero se le ha gripado en cuanto ha sido burlado por el percal que manejaba Fandiño y se ha vuelto brusco, sin humillar y de embestida violenta. En algún momento de la lidia el torero hace aguas desbordado por el albaserrada que no se entrega y arrea cuando no se lo espera el vasco que tiene que correr con la marcha atrás. Al final, Fandiño saca la raza en un gesto de honestidad pero no hay nada que hacer, la adolfada no da para más. Y ojo cuando las corridas que se supone eran garantía de bravura salen así. ¡Cuidado taurinos profesionales! que con tanta agua al vino sale un producto que no hay quien pague para bebérselo. Llevamos tiempo avisando. A ver si cunde el ejemplo de Pamplona, se elijen las ganaderías y que las mate el que pueda, y aún así tampoco hay garantía de que se vea el espectáculo de bravura y buen toreo que todos deseamos.

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