domingo, 20 de marzo de 2011

Valencia entre la épica, la ética y la estética

Esta tarde ha finalizado la Feria de Valencia con una corrida de Adolfo Martín, encaste Santa Coloma vía Marqués de Albaserrada que como se sabe es prácticamente puro Marqués de Saltillo, de procedencia Picavea de Lesaca y Salvador Varea, es decir, descendiente de una de las tres familias que surgieron al dividirse la ganadería del Conde de Vistahermosa en el año 1823, junto al Barbero de Utrera y Joaquín Giráldez. Sólo por eso ya debería ser interesante para cualquier aficionado acudir a la plaza para ver la morfología y el comportamiento de estos toros de estampa antigua gracias a la ética de un ganadero que quiere mantener puro su encaste. Hoy la corrida ha estado bien presentada, con trapío de plaza de primera, cárdenos, hocicos de rata, aparatosas defensas (alguno cornipaso), en el límite de la casta (tres han querido saltar el callejón de salida), sin fuerza más de uno pero todos dando importancia a quien se ponía delante de ellos, con tres (2º, 5º y 6º) ofertando opciones a sus matadores.
Con este material la épica ha corrido a cargo de Alberto Aguilar: Con muchas ganas de hacerse rico y figura del toreo. Derrochando valor. Tragando paquete. Jugándosela de verdad ante un tercero que se ha acabado pronto y con un sexto que le ha echado mano por ponerse en el sitio de los valientes, infiriéndole una cornada de 10 centímetros y pronóstico reservado que no ha sido suficiente para hacerle abandonar el ruedo antes de ver rodar a su enemigo y pasear una oreja en triunfo mientras se dirigía a la enfermería (al mecánico, según sus palabras) contento y feliz por el deber cumplido. Atención a este matador que viene empujando fuerte. Espero que no le cierren las puertas los "lobis" taurinos pues la Fiesta de ahora necesita a toreros con mentalidad como los de antes. Y este la tiene.
Completaba cartel Tomás Sánchez, que se justificó con sus enemigos y ha cortado su oreja, y un Rafaelillo desdibujado, enfadado con el mundo por su lote imposible y con muchas precauciones.

Pero si la ética ha corrido con cargo a los "adolfos" y la épica se coloca en el haber de Alberto Aguilar, la estética de la Feria lleva el nombre de José María Manzanares por su labor ante el 5º "cuvillo", aunque la tirara por la borda con la espada al querer matar recibiendo hasta por dos veces seguidas. Fue un Manzanares espléndido, imbuido de un todo comprendido en un recetario de arte. Antológico, estamos de acuerdo; pero qué diferencia de presentación la de aquellos "cuvillos" con los "adolfos" de hoy. Qué injusto es el toreo. Decía Emilio Muñoz al respecto, ahora que no se pone delante, que los toros de una feria se deberían diferenciar entre una tarde y otra en la ganadería anunciada y no en el trapío. Estamos de acuerdo y lo decimos siempre que tenemos oportunidad, no puede ser que los toreros que ocupan los puestos más bajos del escalafón toreen los toros de mayor dificultad y presencia. Busquemos el equilibrio. No es posible que las figuras se anuncien con las ganaderías más comerciales, de menor trapío y con las cornamentas como todos sabemos; y quienes no están en ese grupo "vip" se las tengan que ver con el toro que no quieren los que se las llevan crudas. Ahí creo yo que está el quid de la supervivencia de la Fiesta.

Imagen: Alberto Aguilar (Foto de Paloma Aguilar)

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