viernes, 16 de agosto de 2013

Un buen novillo de Los Maños sale victorioso en el desafío de Santa Colomas en Calatayud

El pasado día 15 se celebró en la ciudad bilbilitana un festejo con fórmula nueva de desafío ganadero con hierros procedentes del encaste Santa Coloma como son Ana Romero (4º y 6º), Los Maños (2º y 3º) y La Quinta (1º y 5º). Se llenó más de media plaza quedando la sombra poco poblada y el sol en su mayor parte repleto gracias a la presencia de los peñistas. El juego de los astados fue desigual, siendo el mejor el tercero. En primer lugar saltó al ruedo un novillo de La Quinta de 470 kgs que lanceó Fran Gómez con suavidad con el capote aunque no terminó de recogerlo. El astado recibió un puyazo fuerte al relance, sin ser colocado en suerte, que es suficiente. Se intuía que sería parado, soso y sin transmisión. Y así fue. El novillero está aseado y con oficio pues por el pitón del natural el bicho sale con la cara arriba y distraído, acabando aburrido. Su matador epiloga con manoletinas al sol y un desplante airoso antes de matar con una casi entera y tendida que escupe pronto y otra delantera, contraria y atravesada que necesita de un descabello. Silencio. En segundo lugar salta al ruedo un ejemplar de Los Maños de 493 kgs al que recibe Miguel Cuartero con una larga cambiada de rodillas. El animal recibe dos buenos puyazos arriba saliendo suelto. En la muleta el novillo saca una casta que el torero no siempre sabe cómo encauzarla y, toreando al natural, es volteado sin consecuencias. Pincha en la suerte contraria ejecutando la suerte suprema y una más en la puerta de toriles, debiendo entrar una tercera vez logrando una entera horrible, muy trasera y caída: Silencio. En tercer lugar aparece otro ejemplar de Los Maños, de 482 kgs, llevando a cabo un buen saludo capotero Vicente Soler gracias a una larga cambiada y unas verónicas ceñidas finalizadas con chicuelinas rematadas con una serpentina. Gallea el diestro por gaoneras para llevar al novillo al jaco y banderillea el matador con dos pares ortodoxos, asomándose al balcón, y un violín sin cuerdas. Con la muleta se prologa de rodillas al sol. El astado tiene la virtud de humillar y el defecto de ser blando. Soler está con él templado por ambos pitones pero sin terminar de cuajarlo, un tanto acelerado y sin ejecutar el toreo fundamental. Cuando había que echarse la flámula a la izquierda para torear de verdad, vienen los molinetes, los desplantes de rodillas buscando el aplauso fácil de las peñas. Al final llegan las manoletinas y después una estocada entera muy fea, trasera y desprendida. Oreja. El cuarto lleva el hierro de Ana Romero y pesaba 475 kgs. Lo recibe su matador con una larga cambiada y tiene que echar cuerpo a tierra por el achuchón. El de Lucas Carrasco se derrumba por tres veces tras recibir un picotazo y después unas cuantas veces más ofreciendo un espectáculo lastimoso. El Presidente se alía con la empresa y no cambia al novillo. Y para arreglar el despropósito, Fran Gómez brinda el blando al público. Posteriormente el novillo sigue besando el albero y las peñas se desconectan, pero a mitad de faena el animal tira de casta Santa Coloma y se viene arriba para embestir con clase por los dos pitones, aunque sin fuerza ni transmisión, por lo que el torero no es capaz de hilvanar una faena y estructurarla, acabando su labor de pinchazo hondo, varias manoletinas a destiempo, un nuevo intento y una casi entera delantera. Silencio tras aviso. De La Quinta era el quinto, que pesaba 485 kgs y sale también con picante, por lo que Miguel Cuartero tiene que fajarse con él hasta sacarlo a la boca de riego. En el caballo se le da fuerte y se va suelto en el segundo puyazo. Con este novillo parece Cuartero más centrado y logra tandas mejor cimentadas, aunque el de La Quinta tampoco es que de muchas facilidades. La faena de muleta resulta larga y de porfía, aunque de escasa producción artística, si bien va de menos a más. Acaba el de Figueruelas con él de una infame estocada abajo antes de cobrar una casi entera desprendida. Ovación. El que cerraba tarde era de Ana Romero y daba en la tablilla 488 kgs. Lo recibe Vicente Soler con un farol de rodillas seguido de una verónicas con poco entusiasmo. El burel recibe un puyazo de trámite y trasero antes de que el matador lleve a cabo la suerte de banderillas, colocando un par en el brazuelo, otro en todo lo alto y un violín perfectamente templado. El de Carrasco es noble y flojo, pero Soler se sabe la fórmula. Se va al sol y ejecuta una serie de tandas de piscifactoría: Todas iguales y sin sabor, pero que encandilan a unos peñistas que se quieren mostrar generosos. Una trasera desprendida con cicuta facilita las cosas y el Presidente le concede las dos orejas al torero ante el delirio de la parroquia de las blusas de colores, y varios de sombra, que se sienten satisfechos con lo realizado en el ruedo mientras el espada sale a hombros por la Puerta Grande. Al final el premio al lote ganador se lo llevó la ganadería de Los Maños, por la gran clase de ese animal lidiado en tercer lugar.









Fotos: Katy García

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